Asociación Republicana Irunesa
"Nicolás Guerendiain"
Defensa de los valores republicanos y la recuperación de la memoria histórica

Rosario Sanchez Mora "La Dinamitera"

Rosario 'La dinamitera'

(Villarejo de Salvanés-Madrid 1919)

Tenía 17 años cuando se alistó voluntaria como miliciana para luchar contra las tropas fascistas que pretendían tomar Madrid en los primeros días de la Guerra Civil.

Cuando llegó al frente, Rosario y sus compañeros fueron encuadrados en una de las unidades de choque que se batían en primera línea de fuego, a las órdenes de un muchacho de veintiséis años, robusto, de mediana estatura y barba cerrada: Valentín González, al que todos apodaban “El Campesino”. Con un mosquetón de siete kilos de peso y sin otras nociones de armas que las que recibió en la trinchera.

Tras dos semanas de enfrentamientos, en las que lograron contener a los rebeldes, la guerra en la sierra dejó de ser una batalla abierta para convertirse en una batalla de posiciones. Rosario fue destinada entonces a la sección de dinamiteros, que estaba al mando del capitán Emilio González González, un minero barrenista de Sama de Langreo (Asturias) especialista en el manejo de los fulminantes y la dinamita.

El grupo tenía su base a unos cinco kilómetros de la línea de fuego, donde disponían de un pequeño polvorín en el que almacenaban los explosivos y se confeccionaban unas rudimentarias bombas. Los artefactos en cuestión eran botes de leche condensada que se reciclaban hasta convertirse en granadas de mano. El proceso era simple: se llenaba la lata con clavos, tornillos y cristales, y sobre ellos se vertía la dinamita. Después se cerraba el bote con su propia tapa y se ataba con una cuerda y trapos para que no se derramase el contenido.

Una mañana  de septiembre, Rosario y sus compañeros aprendían a efectuar una descarga con cartuchos de dinamita, mucho más fáciles de manejar que las bombas lata. Cuando prendió su mecha, la oyó silbar. La noche anterior había llovido y estaba húmeda. Se quemaba por dentro, pero no por fuera, y no sintió el calor de la llama en la uña de su dedo pulgar, que indicaba el momento de lanzarla. El cartucho estalló en su mano derecha, que quedó destrozada por encima de la muñeca. Herida de gravedad, la operaron en el hospital, donde consiguieron salvarle la vida.

Sin haberse recuperado totalmente volvió a la lucha realizando diferentes actividades y al finalizar la guerra fue detenida y condenada a muerte en juicio sumarísimo, pena que le fue sustituida por la de 30 años de prisión.

 Hoy, sigue siendo una mujer rebelde y de una memoria prodigiosa, que se afana en conservar sus recuerdos escribiéndolos en enormes cuadernos de anillas.

Fue el poeta Miguel Hernández quien la inmortalizó en un poema como “Rosario dinamitera".

Rosario, dinamitera,
sobre tu mano bonita
celaba la dinamita
sus atributos de fiera.
Nadie al mirarla creyera
que había en su corazón
una desesperación,
de cristales, de metralla
ansiosa de una batalla,
sedienta de una explosión.

Era tu mano derecha,
capaz de fundir leones,
la flor de las municiones
y el anhelo de la mecha.
Rosario, buena cosecha,
alta como un campanario
sembrabas al adversario
de dinamita furiosa
y era tu mano una rosa
enfurecida, Rosario.

Buitrago ha sido testigo
de la condición de rayo
de las hazañas que callo
y de la mano que digo.
¡Bien conoció el enemigo
la mano de esta doncella,
que hoy no es mano porque de ella,
que ni un solo dedo agita,
se prendó la dinamita
y la convirtió en estrella!

Rosario, dinamitera,
puedes ser varón y eres
la nata de las mujeres,
la espuma de la trinchera.
Digna como una bandera
de triunfos y resplandores,
dinamiteros pastores,
vedla agitando su aliento
y dad las bombas al viento
del alma de los traidores.

Canción de Pedro Faura "Rosario Dinamitera"